[TRIBUNA] Callar para no molestar
BOUZA POL | En su novela, el escritor decía: «La misa de funeral de la difunta fue oficiada por el señor cura párroco, su amante. Ella, doña Deogracias, buena moza, de familia rica con casas, tierras, negocios y usuras, se quedó solterona por jugar demasiado y no saber nunca a qué carta quedarse. Por recomendación poderosa logró ser «maestra» de niñas pobres en la Adoración, dedicándose en cuerpo y alma al culto divino y a la murmuración. Para sus delicados gustos y sentidos todas las mujeres del pueblo eran unas frescachonas, incultas, entregadas a la molicie, a las lujurias más lujuriosas.
Aparentaba ignorar que su rico y poderoso hermano, su protector, era el más influyente «proxeneta» de la Capital de la provincia, con un famoso club de alterne-cabaret-sala de fiestas donde pasaban sus más felices horas los mandamases: políticos, militares y religiosos.
El pueblo, engañado y necio, como siempre, aún hoy la recuerda con cariño y hasta con admiración».
El personaje principal, conforme con su autor, responde:
«Eran ricos, poderosos, soberbios, despreciaban a las gentes humildes. Vivieron a lo grande, con lujos, hasta que se arruinaron y se quedaron a dos velas. Ahora dicen que son socialistas, republicanos, y participan en las redes sociales aparentando que se mezclan con la gente normal y corriente».
El autor, un sabio sin micrófono ni premios, vuelve a la carga:
«Uno de los más principales caciques de la hermosa villa solía llamar a capítulo a sus muchos vástagos, y les decía: «Queridos hijos, temo que, por desgracia, no tarde mucho en llegar la democracia. Debéis estar muy atentos y preparados, nada de meterse todos en el mismo partido. Tenéis que repartiros bien, dos o tres en cada uno de ellos. Así siempre ganaremos y mandaremos nosotros”.
La Historia demuestra que todos los hijos, y los nietos, fueron, y son, muy obedientes, y la gran familia sigue poderosamente unida.
El lector, que no es tonto, se entromete ahora en la conversación del escritor y del personaje principal para darles la razón y machacar el clavo diciendo:
«Pagar no les pagaban. De comer sólo les daban las peores sobras, pero sí las tenían bien uniformadas. Más de una vez las pusieron en fila india, les exigieron abrir sus bocas para examinarlas y tratar de descubrir en ellas delatores restos de algún manjar desaparecido por haberlo tragado a escondidas alguno de los señoritos. ¡Pobres criadas y niñeras que no tenéis verdadera memoria histórica, que no queréis recordar las humillaciones que os hicieron y ahora les solicitáis «amistad» en las redes sociales y les hacéis carantoñas! «.
El escritor que, sin duda, es un pelma ignorante que quiere llevar la voz cantante sigue con sus memeces y exclama:
«¡Oh, Señor, cuesta creer que te esmerases mucho cuando nos creaste!».
«¡Qué cansado debe ser el descanso eterno!»
El que esté libre de culpa…
Con toda Burbialidad.
Bouza Pol, escritor.