[LA OVEJA NEGRA] Detener el crecimiento, esa es la lucha
GERMÁN VALCÁRCEL | El fracaso de las izquierdas occidentales es, para mí, una de las causas y la consecuencia de los avances y auge de los autoritarismos y de los neofascismos.
GERMÁN VALCÁRCEL | El fracaso de las izquierdas occidentales es, para mí, una de las causas y la consecuencia de los avances y auge de los autoritarismos y de los neofascismos.
GERMÁN VALCÁRCEL | Me gustaría pensar que las redes sociales, donde hay mil tontos por cada mente lúcida y mil palabras torpes por cada palabra consciente, no son un reflejo real de nuestra sociedad, sino solamente una cloaca por donde circulan los peores detritus de nuestras comunidades; o que los políticos que rigen nuestros destinos son nada más que una casta aislada de sociopatas egoístas y codiciosos narcisistas que no representan a nadie más que así mismos.
GERMÁN VALCÁRCEL | En esta víspera electoral comenzaré confesando que volveré a votar cuando la sociedad pueda controlar a sus gobernantes y sancionarlos, no en el sentido de castigarlos, sino evaluarlos y decidir, según eso, que continúe o que no continúe.
GERMÁN VALCÁRCEL | Cuando más temprano que tarde llegue el decrecimiento impuesto por la realidad de los límites biofísicos de la Tierra, a los minoritarios que intuyeron el caos «des-civilizatorio» que va a montarse no les bastará haberse desgañitado gritando ¡Os lo había avisado!.
GERMÁN VALCÁRCEL | No es la primera vez que lo manifiesto: ya no creo, tras medio siglo de ingeniería social neoliberal, en las soluciones electorales de las llamadas democracias liberales, en las que la gestión de lo público está en manos de bucaneros que han cambiado el parche en el ojo y el garfio en la mano por la corbata, el iphone, y el ordenador portátil, personajes que no creen en el bien común, gentes que quieren ganar la mayor cantidad de dinero posible, en el menor tiempo posible y con el menor esfuerzo posible, a cambio les damos impunidad y respeto.
GERMÁN VALCÁRCEL | Que la envejecida, caciquil y sumisa sociedad berciana se degrada a pasos agigantados hace mucho que, desde este pequeño y marginal espacio de opinión, lo venimos denunciando.
GERMÁN VALCÁRCEL | No me generan ningún tipo de empatía las cuitas de ningún político profesional.
GERMÁN VALCÁRCEL | Cada semana cuando me pongo a escribir esta columna termino sintiéndome un ridículo idealista carente de sentido alguno de la realidad, por eso no les debe extrañar que hoy, después de conocer la sentencia del Tribunal Superior de Castilla y León en la que se estima la reclamación del Banco Santander y condena al Ayuntamiento de Ponferrada a devolver el crédito, más los intereses correspondientes –en torno a 3,5 millones de euros–, concedido hace casi una década para organizar aquel ejercicio de megalomanía que fue el Mundial de Ciclismo, me quede una sensación agridulce, aunque también de profundo asco.
GERMÁN VALCÁRCEL | Me reconozco como un antiguo defensor de las llamadas energías renovables.
GERMÁN VALCÁRCEL | Algunos pensamos que el poder no solo está en las élites estatales, partidistas y corporativas, y aunque, desgraciadamente, lo hemos delegado, también se encuentra en las interacciones diarias de todos nosotros dentro de la sociedad.