[TRIBUNA] Sangre española
BOUZA POL | Según muestran los últimos análisis genéticos, los españoles tenemos un 10% de herencia musulmana y un 30% judía. Del otro 60% restante no se dice nada. Yo soy suevo al 80%, y español al 100%.
La historiografía española quiso establecer la genealogía y la forma de ser del pueblo español caracterizándolo por su instinto conservador, el apego al pasado, a las tradiciones, la confianza en Dios y el amor a la religión, la fuerza, la bravura y valor, la alegría, la honradez, la solidaridad, la resistencia y el aguante ante los infortunios y los sufrimientos, todo ello como grandes valores positivos. Y en lo negativo puso la indisciplina, la envidia, la desidia, el individualismo que tiende a la soledad y el aislamiento. No sé si será verdad, pues yo cada vez entiendo menos a la gente, veo mucho Sancho Panza sin escrúpulos y muy pocos Quijotes dignos de admiración.
Si yo fuera empresario, no pondría al frente del negocio a un hijo que no hubiera demostrado antes sus conocimientos y su capacidad de gestión. Sería por su bien, por el bien de la familia, por el bien de la empresa y de los empleados. Sí le asignaría un sueldo suficiente para vivir, pero le exigiría trabajar en serio y aprender bajo la experiencia de los empleados más capacitados.
Este pragmatismo, útil y bondadoso, debería servir para la política y los asuntos generales de España. Los incompetentes no pueden ocupar el poder y mandar, deben quedarse en sus asuntos particulares. Querer a España es permitir que la gobiernen los mejores. Así de sencillo es, pero los egoístas descerebrados no lo quieren entender, y no lo entienden.
El error de los incongruentes es creer que con la bandera no se come, que la bandera de España es un trapo que no significa nada. Y es mucho más grave, todavía, que opinen así algunos funcionarios que, para más inri, sí defienden la bandera de los separatistas.
Todos estos mal nacidos deberían trabajar con pico y pala ganando cuatro duros, y no sembrando basura en las televisiones. Ninguna pena tienen por los pobres, defienden a un poder legislativo que ampara a los diputados que odian a España y quieren destruirla.
Además, de esta Cámara Baja nace un poder ejecutivo tan antidemocrático que no respeta ni protege la separación de poderes. Los jueces, la judicatura, es parte esencial del Estado y de un estado de derecho que debemos defender. Estamos obligados todos, y de manera muy especial el político que, por desgracia para el bien común, siempre pretende ser juez y parte en cualquier asunto. Nos están obligando a mal vivir bajo la dictadura de las minorías insolidarias, violentas, y corruptas.
Estoy muy harto de escuchar a tertulianos, políticos y funcionarios que dicen: «Hay que abrir el melón de la Constitución». Ni siquiera hablando coloquialmente puedo admitir tal expresión. Y no puedo admitirla porque la Constitución merece mucho respeto y, además, evidentemente, no es un melón, ni una sandía. Se puede reformar, sí, pero siguiendo el cauce reglamentario que ella misma establece. No debemos tolerar chanchullos, ni facilitar separatismos. ¡Todos somos iguales!
La Constitución está siendo acosada, maltratada, violada por muchos políticos y funcionarios de alto rango, y con especial crueldad y saña los separatistas.
No hay nada más noble, más bello, y más valeroso, para un intelectual que se precie, que asumir su responsabilidad y ejercer de persona de bien defendiendo la verdad y la virtud, protegiéndolas de la injusticia, del abuso de los poderosos de todo tipo y mala condición. Intentar ser cada día un poco mejor requiere un gran esfuerzo que, desgraciadamente, casi nunca tiene recompensa social.
Ser de «buena ley» y legitimarse con su buen ejercicio es esencial e indispensable en un sistema verdaderamente democrático. La mentira y la falta de honradez deberían ser motivos suficientes para el descrédito, para desaparecer de la vida pública.
Prosperar y mejorar, honestamente, no es tener que esperar tres meses para que te operen de cáncer. Prosperar y mejorar es tener una habitación individual con su cuarto de baño y un buen sofá para que te acompañe un familiar, y disponer de buenos y suficientes médicos y enfermeras, bien motivados y pagados, sin que sufran presión y estrés, o cansancio crónico, que sí tengan tiempo para hablar con el enfermo.
Prosperar es tener un trabajo decente, una vivienda digna, un entorno sano en el cual se respeten las normas y la gente se sienta segura, protegida por un sistema de valores que destierre la violencia, la mentira, y siembre concordia e ilusión por un futuro
posible, mucho mejor.
Hay que invertir en I+D+I, y en educación general básica. Las máquinas tienen que estar al servicio de las personas, de todas las personas. Debemos reducir el consumo, la producción y la jornada laboral, repartiendo bien el trabajo.
Todos nuestros males proceden de la deteriorada mentalidad de esos políticos y funcionarios de alto rango, personajes principales que no entienden ni quieren asumir que el dinero no lo es todo, que sus salarios tienen importancia, pero lo esencial y principal debe ser la utilidad social, los resultados que logran para el bien común, deberían trabajar unidos y no en lucha constante por conseguir el poder.
Estos «mandamases», que deben ser nuestros servidores, tienen la obligación inexcusable de luchar contra la corrupción y promover el bien común. Si no saben o no quieren hacerlo, entonces, que se marchen para sus casas y dejen de ensuciar, pues son culpables «in eligendo», «in vigilando», «in operando».
Con toda Burbialidad: Bouzas Pol, escritor.