[EL ESPOLIQUE] El pique de Piqué
Según el DRAE la segunda acepción de PIQUE es: Empeño en hacer algo por amor propio o por rivalidad. Cosa que cumple al pie de la letra PIQUÉ al hacer cosas que no están en la lógica de un agarrado payés de barretina, sardana y pantumaca.
En realidad este chico, Gerardo, es un espécimen con debilidades de esplendido charnego, pues no se le ha ocurrido otra que correr personalmente con todos los gastos del desplazamiento de cuantos acudan a animar al Andorra en su encuentro de ascenso a la Segunda División con la Ponferradina.
Tiene mucho mérito por su parte tratar de reclutar, entre una afición de baja intensidad, a unas decenas de masocas que decidan recorrer 870 Kilómetros en bus por la dura y hostil estepa castellana para ver los 90 minutos en que la Ponferradina y el Andorra se la juegan. Al menos esa afición tendrá la compensación ambiental de recalar en un territorio como el suyo de frescor, montañas y agua.
Piqué, es un sufridor nato que entra a todos los trapos que le prometen dinero y amor pero acaban en problemas: Rubiales no le dio un beso pero sí un pelotazo en Arabia que le puso en manos de la UCO; su ex Shakira le reprochó ante el mundo mundial que cambiaba un Ferrari por un Twingo mientras le largaba que “Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan” y se lo tragó con resignación apostólica.
Y ahora, por si no tenía bastante, se topa con la necesidad de levantar una mesnada pirenaica para asaltar el Toralín donde una aguerrida tropa templaria le espera con casco calado, cota de malla, capa blanca y espíritu blanquiazul. Es tan grande su desesperación como inmenso es su optimismo, al prometer mandar autobuses a recoger tricolors de conveniencia por los campos frutales de Lérida, por las bravas calas de Gerona, por las tarraconenses huertas del delta o por los festivos viñedos barceloneses del cava.
No hay derecho Gerardo, no te lo mereces. Y lo digo con reconocimiento a quien ha tenido un detalle que le debería librar de los quintales de insultos e improperios que le esperan. “Sé que es una locura, pero un fin de semana en Ponferrada mola” ese es el regalo gratis total que a nuestra ciudad ha hecho un personaje con audiencia.
Te deseo lo peor a ti y a tus seguidores, que en este caso es volver a casa mudos, sin entonar en los autobuses El Gran Carlemany que es el himno triunfal de la Andorra carolingia; dicha esta maldad comprensible me gustaría que, a pesar de los pesares, disfrutes de tu estancia en Ponferrada que de verdad mola.