[LOS GATOS DEL CALLEJÓN] Contrapunto
LAS GATAS | Llegará el momento de hablar sobre el apagón que hemos sufrido, donde las bercianas tenemos muchas cosas que contar -que algo de producción energética sabemos-, pero esperando que acabe la «tormenta» de bulos de unos y medias verdades de otros de estos días, teníamos ganas de escribir otra vez sobre Donald Trump, porque entendemos su omnímoda y amenazante presencia como la de un meteorito gigantesco que, sin remedio posible, se acerca hacia nuestro planeta a gran velocidad para destruir la vida tal y como la conocemos. Como el guión de esas películas de aventuras/ficción con las que sesteamos un sábado por la tarde, aunque en este caso la amenaza es real y ya está destruyendo nuestras vidas sin que podamos aventurar la magnitud de la catástrofe, la amplitud de los daños y la duración de sus efectos; que con total seguridad, no serán horas o días como en el colapso del sistema eléctrico peninsular.
Por obra del presidente de los EE.UU., todo el andamiaje de principios, valores y reglas construidos con esfuerzo desde la propia revolución francesa queda derruido por la arbitrariedad de un personaje mediocre, inculto, obsceno, que parece albergar resentimientos profundos contra todo aquello que se oponga a sus arbitrarias decisiones.
Un comportamiento a la altura de otros dictadores modernos que nos llevaron a guerras y destrucciones masivas, o a aquellos césares romanos, que con la sola razón de su poder absoluto cometían las más tremendas atrocidades. Que decir del genocidio de Gaza, del tratamiento complaciente con Putin en la invasión de Ucrania, y su descaro para manifestar su interés en Groenlandia o la conveniencia de que Canada fuese un estado más de su imperio. Queremos señalar la deportación de personas, cazadas como si fueran perros vagabundos al margen de cualquier procedimiento legal, o el arresto de una juez por tratar de evitar la detención de un inmigrante en su tribunal. Hay, en sus propósitos, una larga lista de acciones e intenciones todavía pendientes de ejecución que nos llenan de rabia e impotencia y nos preguntamos si será posible aglutinar fuerzas para contrarrestar la amenaza de un personaje cuya capacidad destructiva corre pareja con su patetismo; más allá de su evidente gravedad, las idas y venidas del proceso de imposición de aranceles a sus “enemigos” comerciales parecen sacadas de alguna secuencia del “camarote de los hermanos Marx”.
Y aprovechando su viaje, casi directo, desde un funeral hasta la fiesta de celebración de sus 100 días de desastres junto a sus «cheerleaders», queremos hacer un contrapunto de ese nefasto personaje con lo que ha representado el fallecido Papa Francisco, que también ha llenado la actualidad de estas últimas semanas. El apogeo de la presencia de Donald Trump ha quedado contrastada con la valoración de las obras y los mensajes del pontífice que ha llenado los reaccionarios espacios vaticanos de un aire de tolerancia y respeto por la diversidad humana, el reconocimiento de los débiles y señalando los caminos para hacer más justas e igualitarias las sociedades actuales. Francisco, cuya acción ha parecido escasa a muchos, ha sido, sin embargo, el enemigo mayor de los sectores más reaccionarios del catolicismo patrio. Lo han insultado públicamente y desde medios de comunicación; Jimenez Losantos: “pertenece a esa generación criminal de la extrema izquierda montonera peronista”. Calificativos e insultos que, sin embargo, no ha merecido el presidente Trump por parte de estos mismos sectores reaccionarios, a pesar de la gravedad de sus acciones.
Es noticia mundial el comienzo del cónclave en el que se elegirá a perpetuidad a su sucesor y se especula con la posibilidad de que la Iglesia, la iglesia de la jerarquía y el poder, realice un cambio de rumbo que frene las orientaciones de Francisco. Nosotras esperamos, que por el bien de todos, ese cónclave de ilustres eclesiásticos recapacite sobre las necesidades reales de la Humanidad a nivel global y la presencia de enemigos poderosos que quieren instaurar un orden mundial de tecno-dictaduras para las que las personas carecen de valor.
Nos gustaría que las voces que salgan del Vaticano sean una de esas fuerzas que esperamos para que, entre todos, seamos capaces de revertir la crueldad de nuestro mundo actual en el que todos los días son asesinadas personas inocentes con la más absoluta impunidad. No estamos en la tesitura de elegir entre posiciones teológicas sofisticadas, más o menos rigurosas en la interpretación de valores esenciales del catolicismo; esto va de supervivencia de modelos de sociedad en los que las personas puedan desarrollar sus proyectos de vida con libertad y dignidad.
Bercianas, cierto que en esta elección no podemos votar, y tampoco sabríamos a quien elegir; debemos esperar que el espíritu santo o el sentido común del cónclave nos traiga una persona que mire hacia los problemas de su “rebaño” y no se centre en oscuros problemas teológicos. O sea, que estamos en manos de Dios.