[LOS GATOS DEL CALLEJÓN] Corrupción: La historia interminable
LAS GATAS | Parece que la corrupción es una constante en el comportamiento humano; una lacra estructural que nos acompaña, casi siempre de forma soterrada y clandestina pero que, por razones diversas, estalla y salta a la esfera pública llenándonos de preocupación, indignación al tiempo que constatamos nuestra indefensión e impotencia para erradicarla.
La corrupción se produce tanto a pequeña escala como mediante tinglados organizativos criminales y obviamente necesita de personas clave que tienen el poder de tomar decisiones que la hacen posible. No pretendemos con esta entrada hacer una columna sobre “teoría de la corrupción”, pero sí recordar a nuestras lectoras episodios de corrupción que han tenido lugar en nuestra comarca, algunos de los cuales se sitúan en esa época dorada del Bierzo y especialmente de Ponferrada que mereció el calificativo de “ciudad del dólar”.
Lo decimos porque en algunas redes sociales no faltan los que añoran esta época de la vida berciana sin reflexionar, parece, sobre la clase de sociedad en la que estuvimos metidos con la cultura del “cual es mi parte”, que llegó hasta las modestas pedanías de la comarca.Y aunque nos duela tenemos que decir, porque lo creemos, que esa cultura tan perniciosa para la sociedad sigue vigente y pasa delante de nuestras narices y nos acompaña aunque no podamos desenmascararla hasta que por algún avatar salta al dominio público, aunque la publicidad dura muy poco. Que a la corrupción le gusta la discreción y el silencio.
Después de este recordatorio, para entender que la corrupción puede convivir perfectamente con nosotras sin que lo sepamos y con modales afables, queremos resaltar la gravedad de que anide en las más altas esferas del gobierno y afecte, como sucede en la actualidad a uno de los partidos políticos más importantes de nuestro país, el PSOE, que para muchas de nosotras debería haber sido un abanderado de la honradez y la decencia. No decimos con ello que estas cualidades necesarias para gestionar los asuntos públicos sean privativos de la izquierda, pero sí que a nosotras nos produce un mayor escarnio. No esperamos gran cosa del comportamiento de las filosofías liberales que ensalzan la “colaboración público privada”, porque sabemos por experiencia que detrás de una rúbrica tan elegante se esconde a menudo el saqueo de las arcas públicas y desconfiamos de las intrusiones de las empresas privadas en la gestión de la educación, la sanidad, las pensiones, etc…, porque dan lugar a situaciones en las que se pueden dar y de hecho se dan corruptelas económicas. Corruptos y corruptores van de la mano en una “joint venture” provechosa para ambas partes que pasa desapercibida hasta que las desavenencias, las desconfianzas, las denuncias o incluso la investigación judicial hacen saltar el tinglado. No menospreciamos esta última posibilidad porque es (casi) la única arma de la que disponemos las ciudadanas, pero sabemos que solo descubre y elimina un pequeño porcentaje de las situaciones que se dan.
Y en la izquierda tenemos una cierta propensión a cobijar chorizos, como en este caso delirante que tiene (hasta ahora) tres protagonistas destacados: Cerdán, Koldo y Ábalos; tres personajes mediocres pero interesados y competentes en llevarse el dinero público aprovechándose de su privilegiada situación y que con su actuación criminal sostenida se han cargado la confianza en de la sociedad en un gobierno y un partido que estaba realizando una gestión, en nuestra opinión, muy valiosa. Y con esta conducta, además de saquear las arcas públicas ha sembrado la duda y la sospecha y la descalificación de instituciones, una cuestión más importante en nuestra opinión que el dinero que pudieran llevarse. Por ello, son acreedores a que la justicia caiga sobre ellos con toda la fuerza posible; en el plano legal, diremos eso de respetando la presunción de inocencia; en el plano social solo merecen el desprecio más absoluto por la indignidad de su conducta porque traicionaron la confianza que la sociedad depositó en ellos.
Y la importancia del daño social causado nos lleva también a considerar el precio que han de pagar los responsables del gobierno y del PSOE por este desgarro social que llevará tiempo reparar, si quieren demostrar a la sociedad que su dolor es auténtico. Y en este sentido, creemos que las medidas anunciadas por el presidente del gobierno no son suficientes, porque desgraciadamente su credibilidad política ha quedado claramente en entredicho; en nuestra opinión debe considerar seriamente la decisión de presentar su dimisión como responsable de ambas organizaciones, adelantar las elecciones generales y dar paso a que otra persona se haga cargo de la secretaría general del PSOE. Y no decimos que lo haga de manera inmediata, porque es necesario que se aclaren todos los extremos de la trama; desgraciadamente el ritmo de la información lo marca la UCO y parece que hay informes como para hacer una serie. Pero en algún momento se abrirán las causas judiciales y sabremos con más claridad que se imputa a cada encausado. Y en ese momento, de manera ordenada, habrá que decir a los militantes del partido y a la ciudadanía que el que la hace, la paga. Aunque solo sea porque como decía la Sra. Esperanza Aguirre, en este caso existe una clara responsabilidad “in vigilando”.
Bercianas, sabemos que no nos va a hacer caso, pero Olegario, tampoco.